Inicio » Neumonía o pulmonía
Conocemos a la pulmonía o neumonía como una enfermedad de las vías respiratorias, siendo más común en personas mayores de 65 años y personas con problemas de salud o infecciones respiratorias. Al darse en personas mayores, se generan muchas dudas en base a la diferencia entre neumonía y pulmonía.
La neumonía o pulmonía es una inflamación del árbol bronquial, provocando la inflamación de los alvéolos pulmonares o sacos aéreos de uno o ambos pulmones. Esta inflamación del tejido pulmonar puede ser causada por diferentes microorganismos, entre ellos, bacterias, hongos o virus, provocando, en algunos casos, problemas de salud crónicos, o incluso, pudiendo provocar neumonía potencialmente mortal.
Uno de los factores de riesgo indicativos de esta enfermedad son los adultos mayores de 65 años con un sistema inmunitario debilitado, provocando un mayor riesgo de contraer un problema del parénquima pulmonar con un alto porcentaje de fallecimientos.
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No existe diferencia entre pulmonía y neumonía, ya que se trata de la misma enfermedad pulmonar, utilizando nombres distintos. Pero la diferencia entre pulmonía y neumonía tiene una explicación: la población suele hablar de pulmonía, sobre todo mayores de 65 años, mientras que los profesionales médicos nombran a la enfermedad como neumonía.
Por tanto, la diferencia entre neumonía y pulmonía no se aplica. Pero sí hay una serie de pautas para prevenir la neumonía:
Sin lugar a dudas, los síntomas y causas que pueden causar neumonía son alguna bacteria o virus que se encuentran alojados en el aire que respiramos. Por tanto, las pulmonías se desarrollan cuando un germen infecta los pulmones provocando inflamación de los alvéolos. Estos microorganismos pueden llegar a los pulmones por tres vías distintas, principalmente:
El tratamiento depende del tipo de neumonía del que nos hayamos contagiado, que suelen ser:
Es el tipo más común de neumonía ocurriendo fuera de lugares médicos, como hospitales, centros de salud… Son las llamadas neumonías virales, que suele ser una neumonía adquirida y causada por bacterias, virus y hongos.
Este tipo de neumonía es grave, incluso más que otras, ya que, la bacteria causante es más resistente a la medicación. Por ejemplo, las personas que necesitan los respiradores utilizados en la unidad de cuidados intensivos (UCI) o ciertos grupos de riesgo con ingreso hospitalario, son más propensas a infectarse de dichas bacterias que causan neumonía adquirida en el hospital.
Este tipo de neumonía se puede producir por una infección bacteriana en el organismo de personas que residen en centros de atención a largo plazo, como residencias de cuidado de ancianos, usuarios que reciben atención en ambulatorios o incluso, centros de diálisis.
La neumonía por aspiración se produce cuando se inhalan alimentos, bebidas, vómitos o saliva y estos penetran en los pulmones. Podemos decir que es una neumonía errante que no necesita de ingreso hospitalario, en un mayor porcentaje de casos.
Con cualquier tipo de neumonía anterior, el sistema inmune puede verse debilitado por distintas causas y ser más susceptible a que ciertos microorganismos provoquen una pulmonía. A su vez, ciertos hábitos de vida influyen para la proliferación de esta enfermedad, principalmente el alcoholismo, el tabaquismo y la desnutrición. Además, las personas que sufren enfermedades pulmonares crónicas o enfermedades respiratorias como el asma, también son más susceptibles de sufrir este u otros tipos de neumonía.
Al no existir diferencia entre neumonía y pulmonía, los signos y síntomas más comunes son fiebre y tos, aunque varían en cada caso:
En algunos pacientes se pueden dar síntomas digestivos leves como náuseas, vómitos o diarreas. En muchos casos provocados por el propio malestar que provocan este tipo de infecciones. En casos de alto riesgo, puede producir una insuficiencia renal o, incluso, si los gérmenes llegasen a pasar al torrente sanguíneo, podría producirse un shock séptico.
A veces los signos y síntomas de la pulmonía pueden confundirse con los virus que causan resfriados comunes o una gripe, pero este tipo de enfermedades se agravan con el tiempo pudiendo llegar a provocar la muerte. Por ello, y para que el paciente se sienta aliviado, se necesita información médica cuanto antes en presencia de estos síntomas u otros síntomas derivados.
Tras realizar una exploración física, para diagnosticar una neumonía se ha de realizar radiografías de tórax. En caso de detectarse una neumonía o pulmonía, se complementa esta prueba con otros estudios para identificar el tipo de germen causante de la infección respiratoria.
En personas afectadas con otras enfermedades que debilitan el sistema inmunitario, es más común que se den este tipo de infecciones.
Si se trata de casos leves, la pulmonía se puede curar sin hospitalización y con los antibióticos y medicaciones pertinentes.
En casos en los que la neumonía causa problemas respiratorios o está asociado a otras enfermedades respiratorias, como un absceso pulmonar o un derrame pleural en la cavidad torácica, o incluso si los síntomas empeoran, es necesaria la hospitalización. En esta situación, se aplican tratamientos más agresivos, así como, pruebas para detectar qué tipo de microorganismo está causando la infección y poder combatirla de forma más concreta.
En cualquier caso, es necesario el descanso y la hidratación para ayudar a disolver las mucosas y no afectar a otros órganos. Además, es recomendable realizar un examen físico para evitar posibles complicaciones.
Para poder tratar la neumonía de forma efectiva, se ha de conocer cuál es el microorganismo que la está causando, por ello debes acudir al hospital o consulta con tu médico cuanto antes para poder realizar las pruebas pertinentes y comenzar el tratamiento con premura.
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